Como sabéis, hace mucho que me desahogo en este blog equiparando los trabajadores, especialmente los medios y altos directivos, de algunos sectores privados (esencialmente banca y oligopolios de facto, como las grandes telecos) con los funcionarios públicos.
Hoy leo a
S. McCoy en El Confidencial haciéndose eco de la pieza de
John Kay del miércoles en el Financial Times, en la que éste sostiene lo mismo y, así, señala "
la reciente y preocupante convergencia en el modo de actuación de gobernantes y banqueros en los años inmediatamente anteriores a la crisis que se iniciara, de un modo formal que no real, en agosto de 2007" y destaca algunas de las características de esa coincidencia. Dice así, en el resumen que hace
McCoy:
No en vano, no es difícil encontrar características comunes en el comportamiento tanto de unos como de los otros. Destaquemos, entre otras, las siguientes:
- No hay, salvo contadas excepciones, una estructura de propiedad concentrada dada la amplitud de la base electoral o accionarial.
- Ambos gestionan principalmente recursos de terceros, ciudadanía o ahorradores.
- Su rendición de cuentas es a corto plazo, anual o en virtud de cada elección, respectivamente, y a ella está vinculada su remuneración en términos de poder económico o político.
- Precisamente por ello ambos son late cyclicals de forma tal que donde hay un duro a ganar o un voto a rascar, ahí están poniendo pasta, sólo diferenciándose, teóricamente, en el mayor o menor altruismo de su actuación.
- Ambos se necesitan, lo que hace que se apalanquen en el otro para alcanzar sus respectivos objetivos. Las medidas contra ciclo sólo pueden venir impuestas por un tercero teóricamente independiente a ambos, si es que llegan.
- Recopilación de lo anterior: se asume tanto riesgo como los supervisores o controladores dejan en la certeza de que si las cosas salen bien hay recompensa sustancial pero si salen mal serán otros los que asuman las consecuencias.
Está claro, ¿no?