Sunday, November 02, 2008

El water extremo oriental

El water se merecía entrada aparte. Sin la menor duda. La dignidiad y la civilización lo exigen.

En la entrada anterior estoy contando nuestro viaje al Extremo Oriente, pero el water extremo oriental es tan grande que no cabía o, más bien, prefería no caber dado lo corto de la capacidad de atención humana.

La primera en darme noticias del water maravilloso y apuntarme su importancia fue mi hija Lidia, Lili, cuando me daba pistas sobre Japón, que ella conocía y yo no.

Pero vayamos por pasos.

Lo primero, el materialismo furioso. El water del que hablamos es corriente en Japón y Corea, al menos

Las fotos adjuntas representan su modelo más básico, pues los hay mucho más completos.

Estos wáteres hacen maravillas. Los más acabados mantienen calentito el asiento, para evitar sobresaltos cuando el culo queda al aire y en contacto con materia fría.

Y dan masajes, para activar la circulación si uno resulta aficionado a las grandes sentadas.

Al sentarse alguien, reconocen la presencia del humano y, sin pensárselo dos veces y sin que se lo tengas que pedir, echan agua para limpiar bien el contenedor, por si había quedado algún resto o mal olor, que nunca se sabe.

Luego te dejan entretenerte a gusto.

Pero cuando estás listo empieza la magia de verdad.

Tienen dos chorritos mágicos, uno que apunta al ano (sí, apunta justo ahí, y acierta con su objetivo sin fallar, cualquiera que sea el tamaño del culo), y otro que apunta al objeto de deseo masculino que cerquita del anterior tiene la mujer. Este no sé si tiene tan buen tino, pero las chicas dicen que sí.

A este segundo chorrito lo llaman bidet, y las chicas, muy prácticas ellas, que la filosofía es cosa de hombres, rápidamente te hacen ver que con ello te evitas la necesidad de eso, del clásico bidet francés de porcelana, con lo que ganas espacio libre en el cuarto de baño... espacio libre que, digo yo, contribuye a su vez a la sensación de dignidad.

Uno y otro chorritos, el anal y el bidet, se activan a deseo del ususario. La intensidad y la temperatura del agua son regulables a gusto, pues que cada uno los preferimos de una manera: ¡vive la liberté!

Y cuando todo está bien limpito y aseado, un aire calentito (esto no lo tienen todos, solo los más guais) te lo seca todo hasta que te quedas a gusto y listo para ponerte las bragas.

Y todo eso mientras lees el periódico o piensas en las musarañas.

Fuera papeles y esfuerzos ordinarios.

Con este water, la dignidad humana no resulta herida en el ineludible embate diario.

Y esto, que es a lo que yo iba, es muy importante.

Es muy importante porque apunta al elemento esencial del proceso civilizador del ser humano, y de la sera humana, claro está: vivir con dignidad.

Dignidad que por virtud del water maravilloso deja de mancillarse con los menesteres vulgares diarios.

Loado sea, pues, el water.

Si la civilzación supone, fundamentalmente, detraer las decisiones humanas de la naturaleza, del instinto animal del hombre, de su inconsciencia, para ponerlas bajo el dominio de su voluntad consciente, podemos sin duda afirmar que su plasmación y avance van paralelos a la dignidad, ese sentido por el que el hombre toma conciencia de sí, de su propio valor, a pesar de su carácter efímero y de su cierto destino mortal.

Es discutible si la civilización corre por el individuo o la individua en sí, sin necesidad de más ni de los demás, como los anacoretas, eremitas o estilitas, o, los locos y los orates, o, lo que parece más probable, requiere la socialización para adquirir sentido.

También es discutible si el socialismo científico es un avance sobre el cristianismo o una majadería (para mí no hay discusión, claro está).

Y son discutibles otros muchos aspectos del concepto civilzación... pero es indiscutible que todos ellos se asientan y construyen sobre la dignidad del hombre, y de la mujer, claro... y este water extremo oriental no solo es expresión acabada de tal conciencia sino que es un instrumento para empezar el día sin meter la mano en la mierda y, por tanto, un elemento esencial para levantarse con dignidad, imprescindible para poder acabar el día con la cabeza alta.

No obstante la extrema relevancia del jardín zen del templo de Riojan, y de otras cosas, no me queda más que levantar mi copa y expresar mi máxima admiración y respeto:

¡viva el water extremo oriental!

¡kampai!


PD Un quizz de Facebook que me manda mi sobrino Pablo, me dice que mi nombre en japonés debe ser Hikari, que me mantenga alejado de Yukiko y de Rin, y que busque la compañía de Rei e Izumi... así que ya sabéis.