Monday, October 31, 2005

LOS YANQUIS Y LOS YONQUIS


pescando en la vera, en lo de gema.

cosas de la vida, paseando con elescriba y sadie, cerca de casa, me encontré una cuartilla tirada y pisada con rodadas de coche. la curiosidad que acabó con el lindo pajarito me hizo leerlo. iba encabezado con el título de este post, y decía lo siguiente, que transcribo.


El Sr. Castro, en el fondo, es un híbrido entre jesuita y boy-scout. De la metrópoli, de la que no heredó la generosidad precisamente, le vienen el rigor y la intolerancia, ese quemarse por dentro tan hispano; de sus amados vecinos del Norte, la ligereza del weekend. Porque , eso sí, el rigor, que sea para los otros.
Ahora ha decidido empeñarse en eso tan de moda que es la adopción, en el extranjero, entiéndase. Ha adoptado a un niño pobre de holgada fortuna porque no hay nada más paradójico que la izquierda. Es un niño al que curó de las drogas. Bueno, para ser más exacto, al que ha encontrado la droga alternativa perfecta.
Ahora El Dieguito consume drogas de diseño. Se las diseña Castro.
Y no sólo eso. Ha pasado de la condición humillante del consumidor a la situación espléndida del traficante. Ahora Dieguito vende los frasquitos milagrosos del Dr. Castro en su querida Argentina.
¿Dónde estaba Dieguito cuando su país se revolvía en el caos hace cosa de unos años? Chupando drogas en su paraíso tropical. Pero con el retorno de la estabilidad peronista (que los peronistas sí saben de eso) le han vuelto los reclamos patrios, esa nostalgia tan porteña. Y se va a cantarles una milonga a los fundamentalistas del Cono Sur, porque fundamentalistas los hay dondequiera.
Así, Castro siempre nos sorprende. Hace su aparición unas horas antes de los magnos desastres y después pone ira de inocente ante las cámaras ¿Nadie se ha preguntado por aquella gira extensa y estrepitosa del Barbas por el Oriente islámico sólo unos meses antes del 11 de septiembre? ¿O por el reciente conato de sublevación de la comunidad negra en EE. UU. pocas semanas después del desprecio yanqui por sus ofrecimientos?
Ahora anda enfrascado en América recién apagado el triste esperpento de la última Cumbre.
¿Quién mejor que un hijo para encarrilar los negocios de papá, tan abandonados desde la ERP-oca de la insurgencia militante? Un hijo adoptivo.
A partir de Woody Allen, eso de la adopción tiene mucha prensa. Y Castro, que adora tanto a los yanquis, no va a dejar escapar otra oportunidad de imitarles.
Lo importante es no caer en el olvido, ser continuamente noticia. Las estrellas de Hollywood de los ' 70 (como dice indirectamente Savater en "La tarea del héroe") salvaban su decadencia haciendo cortas apariciones en películas de desastres. Castro, más viejo y más radical, prefiere los desastres auténticos. La Nueva Revolución Americana.
Eso de la revolución ha sido un sueño frustrado (antes se decía imposible) del Nuevo Continente desde el siglo XVIII. La temprana revolución del Norte los dejó flipados. Allá, una clase emergente y productiva decidió montar su propio negocio. Pero en el Sur no existía un alter ego capaz de reproducir aquel ejemplo. Los hijos de los hacendados que iban a estudiar a Europa traían la versión histórico-literaria de la revolución. Y, claro, no podían hacer la revolución con los dineros de papá. Así comenzaron los viajes al Norte en busca de support, economical support, por supuesto. Pero el Norte nunca fue un territorio de planes perspectivos y no sucumbió a esa estrategia de la revolución a largo plazo, de finalidad desconocida o, cuando menos, inquietante.
Entonces los hijos de los hacendados tuvieron que lavar su ropa en casa y para eso echaron mano (en ausencia de capital metálico) de eso que en lenguaje presente se ha dado en llamar capital humano. Prometieron la reivindicación a los esclavos y a los indígenas y consiguieron armar unos ejércitos fabulosos, casi homéricos, dispuestos a morir por la promesa.
El Sur, tan poco imaginativo, repite hoy los mismos expedientes. Los hijos de los hacendados han sido sustituidos por la nueva clase política, ésa que ha descubierto con su vecino caribeño las ventajas del gobierno vitalicio. Y esa clase comprende que eso es algo a lo que no puede uno resistirse una vez en el poder.
Ahora Castro en su vejez iluminada ha establecido, a tono con los tiempos, un consulting internacional de dictadura y represión pacíficas, de cárcel bienhechora donde todos se salvan del ciclón para seguir viviendo el otro ciclón, de 47 años de obstinada permanencia, silencioso y devastador como ninguno.
Esperemos que Dieguito se disuelva en sus propias contradicciones como tantos otros emisarios de Castro a lo largo de estos años.