Wednesday, February 24, 2010

Adelgazar en Tel Aviv mejora la salud

Hace mucho desde que escribí aquí por última vez.

Primero fueron los preparativos de Navidad, luego la Navidad con la familia, y luego el tiempo... no solo el meteorológico.

El tiempo que corre no es fácil. No digo que sea algo novedoso, pues esta situación es la más frecuente de la historia para gran parte de los humanos. Mi suegra Irene, la mujer más inteligente que he conocido, qepd, de ancestros centroeuropeos, temía no poco los buenos momentos... que casi siempre auguraban rachas terribles.

No hace mucho, an cá Garrigues, con ocasión de la presentación de la Fundación Jerusalem, escuchamos a los presidentes de Google España (brillante), de Intel España (lo pasó mal) y a Yossi Vardi (listo y simpático como el hambre, y un poco responsable del mal rato que pasó Brian González), capo de muchas cosas, supongo que también de stageone ventures (verdad que suena bien eso de ventures), ese fondo israelí de capital riesgo con el que colabora la Fundación de la Innovación de Bankinter, que dirige Mónica Martínez, mujer con una pinta excelente, en ese interesante proyecto de semillero empresarial de innovación tecnológica (sobre todo, TICs) que han llamado Innotarget.

El lema excusa era la crisis y la experiencia de Israel en el manejo de crisis. Hubo muchas cosas interesantes, empezando por el savoir faire del papá Garrigues, que huyó como gato escaldado (y, dicho sea de paso, un poco cobardica, otros dirían prudente o elegante u oportuno -pero otras de sus afirmaciones coetáneas me inclinan por el primer adjetivo-) de adentrarse en las 'causas' de la crisis.

A mi me quedó, o quizá ya lo traía conmigo, que hablar de la crisis es una pérdida de tiempo, además de ser algo indeseado y, probablemente, indeseable: aunque lo primero fue el verbo (y de ahí su carácter fundamental), la palabra es útil para ciertas cosas, principalmente para encantar al ganado y conducirlo adonde se desea, pero lo esencial es pensar y actuar, con atención y prudencia pero sin miedo, ni siquiera al ridículo.

Pensar y actuar, pero no como dos actividades desvinculadas sino estrechamente unidas, en simbiosis perfecta.

Algunas cosas ya están más que pensadas (los escritos más antiguos ya describen muy atinadamente la condición humana; algunos lo llamaron pecados capitales, otros huyen del término pecado y prefieren otro sustantivo, como si eso, y no lo de capitales, fuera lo esencial), pero cada uno debemos volver a pensarlas en carne propia, para hacerlas urgentemente nuestras.

Interludio: no creas que pensar es tan fácil. Un ejemplo: supón que estás en la playa de Tel Aviv mirando chicas bonitas y para contar las que te gustan decides doblar un papelito, y seguir doblándolo sobre sí, cada vez que ves una que te atrae. Lo cierto es que eres de gustos abiertos y que la belleza abunda y, aunque es invierno, al cabo de una hora ya vas por el doblez 60, a guapa por minuto. ¿Cuánto crees que abultará el taquito de papel que has formado con esos 60 dobleces? ... la respuesta al final de esta entrada.

Otras cosas tambien han sido pensadas antes, pero cada uno debemos repensarlas por nosotros mismos, para aclararnos y así espantar fantasmas y miedos.

Y debemos actuar sin temor y, sobre todo, sin esperar a que los demás compartan nuestros itinerarios ni mucho menos depender de que otros nos guíen o allanen el camino.

Se habla mucho de cambios estructurales, pero inmediatamente se pone el foco en la regulación laboral. No digo yo que no sea importante, pero más esencial es:
  1. reducir a lo absolutamente imprescindible las ayudas y subvenciones, especialmente las dirigidas a empresas y empresarios, pero también las de los ciudadanos en general;
  2. reducir a lo absolutamente imprescindible la intervención pública en la sociedad y, cuando lo haga, exigirle estrictamente que cumpla los objetivos que justificaron su intervención (para no ser obtuso, un ejemplo: si se reserva en exclusiva el uso de la fuerza coactiva, debe garantizar la indemnidad de aquellos a quienes ha dejado indefensos): de paso, es importante lograr que deje de decirse eso de "sociedad civil" para referirse a la sociedad y espantar el uso de expresiones como "ciudadano de a pié" para hablar de las personas;
  3. reducir a lo absolutamente imperativo la discriminación entre personas, sea por su condicón o por sus circunstancias, en las normas públicas... y menos que nunca acudiendo al subterfugio, en mala hora concebido, de adjetivarla como positiva (aghgggggh, que, parodiando a aquél entrenador del Barça: ¡postiffo es negatiffo!);
  4. ...luego, u otro día, sigo, que contar chicas guapas en la playa de Tel Aviv me ha dejado baldado...
SOLUCIÓN: tu taquito de papel, doblado 60 veces sobre sí mismo, una vez por cada chica guapa que has visto en la playa de Tel Aviv, tendría un grosor superior a la distancia entre la Tierra y el Sol.

¿Que no te lo crees? Piensa un poco.

No sabes el ancho de una hoja de papel, pero probablemente sí te venga a la cabeza el ancho del clásico taco de 500 hojas de papel (+-7,5 cm).

Y ahora unos cálculos mínimos: la primera vez que doblas el papel, tienes el grosor de 2 hojas, que al doblarlas te llevan al de 4 hojas, y luego al de 16, 32, 64, 128, 256, 512 y, cuando vas por la décima chica guapa, ya estás en 1.024 hojas, o sea (Umbral, se te echa de menos), dos tacos de hojas de esos que conoces, es decir +-15 cm.

Cuando llegues a la sexagésima chica guapa tendrás el grosor de 1.152.921.504.606.850.000 hojas (más de un quintillón) -para comprobarlo te basta seguir multiplicando por 2 el resultado de la multiplicación anterior, que dejamos en 1.024 con la décima chica guapa, y hacerlo 50 veces más... o en excel =2^60-, que a 0,015 cm/hoja (recuerda, 500 hojas = 7,5 cm), sale un grosor de 17.293.822.569.102.700 cm, o lo que es lo mismo, 172.938.225.691 km... y la distancia entre la Tierra y el Sol es de solo 148.100.000.000 km, así que todavía te sobran 24.838.225.691 km para darte otro paseíto por ahí.

Y luego dicen que la belleza y el saber no ocupan lugar... ¡qué cosas se dicen!

Moraleja: 60 chicas guapas... son una barbaridad... y doblar un papelito en la playa de Tel Aviv para contar chicas guapas, además de requerir un sansón debe adelgazar otra barbaridad

La foto en blanco y negro dicen que esTel Aviv a comienzos del siglo XX.

Para que descanséis de tanto pensar y ver chicas guapas, os dejo con una espléndida y divertida canción de Bradley Fish