Wednesday, November 23, 2005

¿adónde iraq a parar?

no, no creáis, cubolibro da para más de lo que yo expongo pues no en balde venimos reiterando que sus cubocosas le vienen solas, que arte, joder. esta de iraq va un paso más allá. yo no había sido tan perverso, pero en realidad no me extraña, y en realidad me alegro. me alegra no haber tenido que vivir experiencias conducentes a la sospecha contínua y permanente.


No lo sabemos porque tampoco lo supimos. Como no tuvimos el valor de investigar qué sucedía en el Iraq saddámico (satánico), ocupada como estaba la sociedad mercantil en tratar de resolver aquella especie de multiplicación imposible de Kofi Saddam y Ch-IRAQ, nunca sabremos qué sucede en este Iraq mestizo (también satánico). Porque satanás está presente en ambos, un satanás con minúsculas, excesivo pero cotidiano.
De la misma forma que sucede con muchos dibujos y pinturas, que ofrecen mejor resultado cuando se los invierte, a veces a las cosas hay que darles la vuelta para verlas mejor. Una gran parte de la inocencia pública considera que los EE.UU. (siempre los mismos) se inventaron lo de las armas para invadir Iraq cuando parece tan claro que fue Iraq el que se inventó lo de las armas para que lo invadieran. Las armas fueron lo que los libros sobre fractales denominan un atractor extraño.
Fue una estrategia tan limpia como degenerada y realmente antigua; aquello del señuelo. Los animales podrían narrarnos su larga experiencia al respecto, sobre todo como víctimas.
El repliegue de los ejércitos del BAAS (que parecía una victoria) ha resultado para los norteamericanos (parece mentira, ellos tan acostumbrados al BASS), si no todavía una derrota, al menos una mordedura venenosa.
El asunto no es que los EE.UU. sean derrotados en Iraq. Quien va a ser derrotado será Iraq, y derrotado para siempre, o sea, sin esperanzas, derrotado por satán que va, después de este rodeo sangriento, a recuperar Iraq mediante una multiplicación inédita (y sí posible) que no se le hubiera ocurrido ni a Maxwell Kofi. Y lo va a recuperar al margen de si recupera o no el poder, que a estas alturas es ya anecdótico. Lo va a recuperar para la muerte porque de ella ha nacido.
¿Qué puede esperar Iraq de una banda de asesinos (eufemísticamente la resistencia iraquí) que ha planificado la masacre sonada de un país, al que ya había sometido a la masacre silenciosa durante años, para supuestamente vencer al "enemigo"?
La estrategia es tan perversa que es de dudar que sea una idea personal. El Sr. Hussein es soberbio, brutal y monomaníaco pero evidentemente carece de la brillantez mínima para inventarse eso.
Ahora Iraq se debate entre dos alternativas espeluznantes: o un presente donde morir desde las sombras o un futuro donde volver a morir en las sombras. La cuestión no pasa por que el país se divida en tres o en ciento porque los seguirá uniendo la conspiración de los iguales. Porque aquellos malabarismos de los tres aliados buscando implicaciones entre el terrorismo islamófilo y el Sr. Hussein han resultado del mismo tenor que la búsqueda del "eslabón perdido". ¿Quién es el antepasado común que originó a los humanos y a los simios? ¿Dónde se tocan los extremos del "crimen organizado"? El crimen reptilíneo de las dictaduras y el de los nuevos camellos de la muerte, ¿dónde se tocan, en definitiva, la agonía y el vértigo?
Se tocan allí donde está el enemigo común que ambos se han adjudicado. El enemigo al que han dado cita para un ménage à trois en un país donde estuvo el Paraíso.
Yéndose o quedándose, la guerra no la van a perder los EE.UU., la van a ganar los asesinos, los de siempre, los Stalin, los Hitler, los Castro, los ETA, los Hussein y los Bin Laden, con sus nutridas nuevas generaciones, los que desde la impasibilidad o el arrebato odian a la humanidad por amor a sí mismos. Todos los profetas reivindicantes que patrocinan y predican un amor maldito desde las bocas del mundo. Pero ese amor, cocinado no en el corazón sino en un estómago indigesto, es el verdadero enemigo.
Si no nos damos cuenta, no sólo Iraq, sino todos, irremisiblemente todos, iremos a parar al mismo sitio, a ése donde acaban yendo todas las indigestiones.